Hace muchos años novelé el vivir con una ataxia de Friedreich en un singular y sencillo álbum de fotos; basado en aquel libro nace ahora ésta novela. Necesito abrirme una ventana de esperanza, pintar un arco iris de alegría, un vendaval de emociones… aunque siempre haya una pizca de tristeza en mis ojos. Tal vez porque soy consciente del abismo que piso. Pero es mi vida y no tengo otra, y no quiero otra…
Siempre amanece de nuevo.

martes

El capitán de España

El edificio que albergaba las aulas de los más pequeños, estaba separado por un espacioso y alegre patio del resto del colegio, la alongada verja de piedra blanca que lo delimitaba había sido engalanada con vistosas banderas de España.

-Vamos, vamos ¡Silencio! Venga, venir aquí, una detrás de otra. No, no, no os cojáis de la mano. Una detrás de otra... Así. Rápido, rápido ¡Maysita y Paloma, en cuanto volvamos castigadas mirando a la pared!. Silencio  ¡Silencio! Toma, ésta para ti, ésta para ti... Cada una con una banderita y la agitáis cuando pase el Generalísimo.
-¿Cuándo pase el quién…?
-¡Silencio! Somos los últimos como siempre, los niños ya han salido ¡Rápido! rápido. Una detrás de otra, agarradas al babi de la que va delante. Así. Venga rápido, ir saliendo. Maysita no te sueltes que cobras, pero ¿A dónde vais con los donuts? Que no, no no, que no vamos al Zoo, dejar todo aquí ¡Salir, salir! No te sueltes que cobras. Venga, venga, y mover las banderitas.

Era demasiado pequeña cuando Franco y su mujer, doña Carmen, que acudirían a inaugurar cualquier pantano...

No hay comentarios:

Publicar un comentario