Vamos, digo yo que así tuvo que ser porque vine sin libro de instrucciones.
Me pusieron un tricornio de lana y nací en el cuartel de un pequeño pueblo alcarreño, allá por el 1964.
La oronda comadrona, obligada a ampararse en su experiencia, no tuvo tiempo de esperar al médico que echaba la partida de cartas en el bar. Ella sola hizo todo lo posible por recibir sobre terciopelos rojos a aquel bebé que llamó a la puerta con demasiadas prisas. Al cuarto o quinto azote, se inició el milagro más antiguo y hermoso habido y por haber del mundo: la Vida.
Me llamo May.
¿Pra cuándo este alumbramiento en papel María?
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