Hace muchos años novelé el vivir con una ataxia de Friedreich en un singular y sencillo álbum de fotos; basado en aquel libro nace ahora ésta novela. Necesito abrirme una ventana de esperanza, pintar un arco iris de alegría, un vendaval de emociones… aunque siempre haya una pizca de tristeza en mis ojos. Tal vez porque soy consciente del abismo que piso. Pero es mi vida y no tengo otra, y no quiero otra…
Siempre amanece de nuevo.

jueves

Empieza así...

Mucho antes de nacer yo ya existía.
Vamos, digo yo que así tuvo que ser porque vine sin libro de instrucciones.
Me pusieron un tricornio de lana y nací en el cuartel de un pequeño pueblo alcarreño, allá por el 1964.

 La oronda comadrona, obligada a ampararse en su experiencia, no tuvo tiempo de esperar al médico que echaba la partida de cartas en el bar. Ella sola hizo todo lo posible por recibir sobre terciopelos rojos a aquel bebé que llamó a la puerta con demasiadas prisas. Al cuarto o quinto azote, se inició el milagro más antiguo y hermoso habido y por haber del mundo: la Vida.
Me llamo May.

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