Hace muchos años novelé el vivir con una ataxia de Friedreich en un singular y sencillo álbum de fotos; basado en aquel libro nace ahora ésta novela. Necesito abrirme una ventana de esperanza, pintar un arco iris de alegría, un vendaval de emociones… aunque siempre haya una pizca de tristeza en mis ojos. Tal vez porque soy consciente del abismo que piso. Pero es mi vida y no tengo otra, y no quiero otra…
Siempre amanece de nuevo.

miércoles

Me subían unas risas por la espina dorsal


Se me ocurrió disfrazarlos de ovejas y ponerlos en el belén del centro social, claro que eso fue peor porque me subían unas risas por la espina dorsal que acabé contando a los asistentes y opté por volver al discurso, no era posible reírme cuando la tensión se palpaba, y peligro de ponerme a llorar ya no había, sobre todo después de imaginarme al Alcalde sobre el belén.

Es que verás, son muchas las falacias que tenemos que soportar en la junta directiva, y por mucho que tomemos medidas legales, vuelven. Pero cuando bajamos a las naves del Polígono Industrial y veo a tantas personas discapacitadas, algunos con una minusvalía muy grande, otros con un síndrome de down como David, trabajando en cadenas de manipulados, pienso que aunque sólo fuera por eso Aprodisfis ha de continuar. Aunque la Asociación y su Centro de Empleo sean mucho más.
Todo merece la pena por ellos; todo, hasta los comentarios en mi contra por no oír bien.
Me guío de los labios, quién quiere lo sabe...

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